PANDEMIA
Amparo Oviedo Arbelaez
El Ángel protector cerró fronteras y las puertas del hogar.
Las ventanas se hicieron cuadros, los cuadros sueños de una vieja ilusión.
Hacia afuera el devenir proyectado al infinito, en un eterno renacer.
Al interior, pasado finito, recuerdo acumulado, afán desbastado.
El alma pende entre el recuerdo escogido y el ensueño codiciado.
No se sacia de lo vivido, no se colma del pasado.
Sedienta se embriaga en la bruma del alba, en la flor naciente, en el cristal del rocío.
Temblorosa escucha el vibrar del viento en el cántico del follaje.
II
El mundo está enfermo, la tierra esta aletargada, es la pandemia del ser.
Estamos en pie de lucha con nuestra esencia, confinados en el desdén de una contienda.
Sin coraza, sin los nuestros, solos, donde el dolor calla y postra en el lecho,
Trasegamos extenuados con los pies heridos, sin dejar huella atrás.
¿A dónde van los afanes, los apegos, el ego, lo verídico?
Una serenata susurra al oído: al tiempo perdido, al sin sentido.
Sedentarios, apropiados de fortalezas, de murallas, de fronteras, de vallas.
Se hicieron presa los cimientos del exterminio, de la incertidumbre y del temor.
III
Absorto el insumiso en calles vacías, desbastado por la indiferencia,
Sale al encuentro del destino mientras recoge el pan de cada día.
Lánguido, envuelto en llanto y en desesperación, es oprobio del capital.
Mientras el libre, confinado, el alma pierde en su propio existir.
La luna y las estrellas sigilosamente guían el resurgir del alba,
Aurora que desnuda el pensamiento y alza el velo disipador del insomnio.
Diáfano amanecer reconcilia el pasado y esculpe de los escollos: fraternidad.
Devuélvenos los abrazos, la multitud y la presencia que eterniza el instante.
IV
Rebota virulenta el ansia de poder y el liderazgo de la mezquindad.
Sórdidos, como si el planeta no hablara, encienden el artilugio de la producción.
Sin reanimación, entubada y a máquina forzada, se acarrea dispendio y usura.
¡El sabio invoca a la cordura! ¡La muerte está en las entrañas de la vida!
Arrebatados de la plenitud del hogar, de los brazos de la naturaleza,
distantes y con el alma entre las manos y el corazón
obreros y poetas hacen eco al sonido de la modernidad.
Prometeo está encadenado, ¡la humanidad busca su benefactor!
V
Vivimos tiempos que recogen todos los tiempos, y
Estadios históricos de la existencia humana en el estadio actual.
Como la huella que persigue al caminante, las virtudes y el bienestar han quedado atrás.
La tierra está doliente, la humanidad soñolienta, es la pandemia del tener.
En el péndulo de la vida la constante es poseer,
Es ser consumidor, objeto de consumo y consumido.
Es caminar de la mano con la amistad útil y voluptuosa, sin reciprocar el bien.
Es negar al otro, es pisotear la dignidad !La vida es un gemido de desesperanza y de dolor!
VI
El devenir está inmóvil, se ha hecho futuro lo aprendido del pasado.
Ciencia y arte, cual faro, iluminan la inmensidad de la bóveda cósmica.
Centinela que irradia humanidad y altruismo en rizos de oro ondeantes en nuevos aires.
¡Abrázame, oh tarde cálida, quiero escuchar tu clamor! Tomo tu aliento, estoy taciturna…
Hacer el bien es nuestro destino, recoger los frutos de lo sembrado nuestra recompensa.
Los brazos son la raíz que nutre, protege y al otro ata. El corazón es la tierra, el oxígeno el amor!
Dejarán la tierra y el clima de arder, los brazos a enraizarse volverán,
en el ágora donde el atardecer embelesa y los arabescos de las nubes vacuos no son.
VII
Cronos ha arrojado a mi ventana el crepúsculo de este día.
Los cuadros han desaparecido, todo es oscuridad.
La ventana está abierta, entra rebosante la noche, la luna baña mi ser.
Háblame en verso dulce ocaso. Alivia mi alma ¡oh bella poesía!
Manan mis palabras del confín de la noche, del portal que lleva al infinito.
Mi imaginación posa en el deseo y mi regazo en una quimera.
Sueño que escribo un poema y que un poema me hace soñar.
Escribo: Humanidad sal de las tinieblas rescátame de la soledad.

Amparo Oviedo Arbelaez
El poema y la fotografía son de su propia autoría.