Amparo Oviedo Arbeláez
Entre la nada y la eternidad, entre el cielo y la tierra.
Entre el pasado y el futuro, entre el silencio y la palabra.
Entre ser y no ser, transcurre mi devenir…
Soy vida que fluye entre instantes fértiles y paisajes áridos de la creación.
Sobre la tela cósmica del tiempo los recuerdos y los deseos
se graban como cuerpos celestes proyectados a la inmensidad.
Tiene mi alma la impronta de la expansión del universo.
Tiene mi cuerpo la finitud que condensa la forma a la simplicidad.
La vida pasa y avanzo paso a paso por la vida cual roca sólida que, vuelta arena, regresa al mar.
Se derrama el tiempo entre mis manos, es todo, es nada, es mi instante en la creación.
En el continuo vaivén de la vida las anclas vuelven a sembrarse en el apacible fondo del mar.
Soy conciencia divina, brevedad en la vida, fragilidad al andar, enraizadas en Dios.
Cuántos gráciles siglos, cuánta mutación impetuosa para que
mis ojos se abrieran cual flor en medio de las delicias de la tierra.
Cuántos otoños callados y cuántas primaveras ruidosas para encontrar plenitud sin espera.
Cuántas olas grandes, cuántas pequeñas para navegar al ritmo de la estrella y zigzaguear en vela.
Cual Big Bang brotan de mi ser pensamientos, sensaciones, sueños que alientan mi actuar.
Surgen voces del silencio, formas del espacio, naturaleza de la tierra y todo es unidad.
El tic tac de las horas gotea el presente que esculpe el momento actual: es paz, es amor, es felicidad.
Soy vestigio de lo vivido, sombra proyectada del presente, esencia eterna en concha de mar.
Ottawa, Canadá 1 de diciembre de 2020